jueves, 7 de junio de 2012

Aprendiendo a Volar


Como  diría David Gilmour: “…solo un inadaptado pedazo de tierra soy…”

El cuerpo se estira, se retuerce, gira y se siente totalmente lejos de sí mismo;  las extremidades se tientan, se buscan como sustrayendo lo que alguna vez fue un aleteo inmortal, los ojos se cierran y los oídos se afinan, un profundo gorgoteo, un afilado latido sin final…
El saco se cuelga y la madeja comienza a resolverse desde un principio. Sí, volar también es caminar, caminar por lo alto, sin límites, sin excepciones.

Estamos a casi dos años del principio, estamos parados justo en el margen, estamos perplejos, absortos, inevitablemente al borde…
Estamos a casi dos años del sueño, de la decadencia que inició este pequeño pero esperado letargo; esta brillante concepción.
Nuestras extremidades y sueños se aparejan, nuestros esqueletos cargados de vibraciones extremas se dejan sacudir, nuestros pequeños pedacitos de latidos se dejan ver como por entretelones de oberturas y endings, corriendo de principio a final, todos inexorables y escurridizos, en fin, creo que estamos totalmente determinados.

Volar… sueño del sueño, alma del alma y vuelo del suelo…
Pero volar también es despedirse… despojarse los unos de los otros, reclamarse libres y espontáneos en este mundo, libres y sucedáneos, conscientes de nuestra temporalidad, de nuestra secuencia indivisa. Despedirse con un amen en la sien y un abrazo a corta distancia. Sólo somos eco de nuestra propia voz, el eco constante que nos llama a guiarnos hacia un decidido suceso, somos la llama que nos quema poco a poco, y poco a poco se despide de ella misma, así como se encontró con la chispa que alguna vez la hizo arder y surgir refulgente ante los ojos de los que la pudieron conocer.

Estamos a casi dos años con dos más y uno menos…

Pero estamos completos, los números son números, las sumas son restas y las divisiones nunca suceden. Estamos completos, llenos del calor y la energía dejada en esta hoja del pantano, satisfechos por lo entregado y completamente orgullosos por lo recibido.

Dejamos nuestro pasado, sucedemos constantemente, agradecemos el futuro. Nada estaría tan preparado si cada piedra, cada ladrillo, cada rama no se hubiese dispuesto  de esta forma, de esta manera tan extraña y tan conocida a la vez.

Volar… estado indescriptible, volar volando… Gilmour continúa: “…no puedo sostener mis ojos en el cielo que da vueltas…” y los ojos no son más ojos, y los sueños no son más inalcanzables.

Clase 1: cada vez más juntos y cada vez más alados, cada vez más ardientes, más fuertes, más vivos y ASCENDENTES. Volar no es imposible, menos para un batracio.

El rococo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario