Como diría David Gilmour:
“…solo un inadaptado pedazo de tierra soy…”
El cuerpo se estira, se retuerce, gira y se siente
totalmente lejos de sí mismo; las extremidades
se tientan, se buscan como sustrayendo lo que alguna vez fue un aleteo
inmortal, los ojos se cierran y los oídos se afinan, un profundo gorgoteo, un
afilado latido sin final…
El saco se cuelga y la madeja comienza a resolverse desde un
principio. Sí, volar también es caminar, caminar por lo alto, sin límites, sin
excepciones.
Estamos a casi dos años del principio, estamos parados justo
en el margen, estamos perplejos, absortos, inevitablemente al borde…
Estamos a casi dos años del sueño, de la decadencia que
inició este pequeño pero esperado letargo; esta brillante concepción.
Nuestras extremidades y sueños se aparejan, nuestros
esqueletos cargados de vibraciones extremas se dejan sacudir, nuestros pequeños
pedacitos de latidos se dejan ver como por entretelones de oberturas y endings,
corriendo de principio a final, todos inexorables y escurridizos, en fin, creo
que estamos totalmente determinados.
Volar… sueño del sueño, alma del alma y vuelo del suelo…
Pero volar también es despedirse… despojarse los unos de los
otros, reclamarse libres y espontáneos en este mundo, libres y sucedáneos,
conscientes de nuestra temporalidad, de nuestra secuencia indivisa. Despedirse
con un amen en la sien y un abrazo a corta distancia. Sólo somos eco de nuestra
propia voz, el eco constante que nos llama a guiarnos hacia un decidido suceso,
somos la llama que nos quema poco a poco, y poco a poco se despide de ella
misma, así como se encontró con la chispa que alguna vez la hizo arder y surgir
refulgente ante los ojos de los que la pudieron conocer.
Estamos a casi dos años con dos más y uno menos…
Pero estamos completos, los números son números, las sumas
son restas y las divisiones nunca suceden. Estamos completos, llenos del calor
y la energía dejada en esta hoja del pantano, satisfechos por lo entregado y
completamente orgullosos por lo recibido.
Dejamos nuestro pasado, sucedemos constantemente,
agradecemos el futuro. Nada estaría tan preparado si cada piedra, cada
ladrillo, cada rama no se hubiese dispuesto de esta forma, de esta manera tan extraña y
tan conocida a la vez.
Volar… estado indescriptible, volar volando… Gilmour continúa:
“…no puedo sostener mis ojos en el cielo que da vueltas…” y los ojos no son más
ojos, y los sueños no son más inalcanzables.
Clase 1: cada vez más juntos y cada vez más alados, cada vez
más ardientes, más fuertes, más vivos y ASCENDENTES. Volar no es imposible, menos
para un batracio.
El rococo.
El rococo.
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