miércoles, 15 de mayo de 2013

TRANSPARENTE...


Se dice que “algo”presenta transparencia cuando deja pasar fácilmente la luz. La transparencia es una propiedad de la materia, que tiene diversos grados y propiedades. Dicho de otra forma, es un cuerpo a través del cual pueden verse los objetos con claridad.
El agua es transparente.
Partimos de lo básico, de la materia, de lo palpable, pero de otra forma, en una de sus manifestaciones; transparente.
Es posible que lo transparente se refleje en otros ámbitos de nuestra existencia???? El ámbito corporal, la dimensión primera, lo palpable es el límite de lo transparente??
Alguien dice por ahí cuando algo es claro o fácil de comprender: una idea transparente.
Una idea, un manifiesto de la voluntad….
En sí, la idea es totalmente transparente o fruto de la persona que la emite, que la evoca, la defiende y la lanza como pararrayos para quien desee apoyarse y descansar un rato dentro de lo que considera o puede considerar como cierto.
Entonces, podríamos decir que cierta persona es transparente.
Realmente podemos distinguir la transparencia en una persona? Es probable que las personas puedan ser transparentes?
Mi abuela dice que en la mirada, en los ojos... podemos ver el interior el alma de una persona... y  yo le creo...
El color de la transparencia es la pureza y a través de ella podemos mirar más allá.
Es el sello de las personas que viven su día a día sin mascaras que son simplemente, ellas mismas, en cualquier sitio, lugar o circunstancia.
La sinceridad es uno de los colores que caracterizan este tipo de actitud.
¿Entonces lo transparente es sincero?
O podríamos decir, más bien que lo sincero es transparente…
La transparencia no sólo supone manifestarse uno como es. Una parte fundamental de la misma es decir las cosas tal y como son. De ahí nace el hecho de decir las cosas de verdad.
Alguien dirá por otro lado: “La verdad hay que decirla siempre cuidando el modo, la forma y el interlocutor”.
¿Qué de cierto tiene esto? O mejor dicho de un modo más intenso: ¿Cuánto de transparente tendría el decir la verdad de “cierto modo”?
…Ahora comprendes perfectamente dentro de ti cómo eres, cuál es tu auténtica naturaleza, comprendes para qué estamos hechos y cómo el apartarnos de nuestro fin es un sufrimiento en sí mismo. Comprendes que no son tanto las circunstancias como las intenciones con las que las vives. Antes apenas sabrías consolar a una persona sino a base de decir manidas frases arquetipo del estilo “el tiempo lo cura todo” porque realmente carecías de ninguna facultad de consuelo que no fuera esa y por supuesto, el cariño y calor humanos. Pero ahora observas el paisaje con los ojos abiertos de par en par. “Ves” los pensamientos de una persona y comprendes el dolor que causa cada uno de ellos, diferencias las intenciones bien encaminadas de las torcidas, incluso comprendes cuáles son intenciones pretendidamente rectas y buenas pero que son puro disfraz de egoísmo…
Sí, las personas se hacen transparentes, no hay otra manera de decirlo… así que cuando hablas eres capaz de mostrar la fuente del sufrimiento, y así, al señalar la herida, proporcionas a la vez la cura, el alivio, la paz.
Pero lo transparente puede referirse también de otro modo (y del mismo a la vez) a un “espacio” con características oscilantes, ambiguas en su definición, debido al hecho de la superposición recíproca de dos o más ideas, verdades, falsedades… en fin.
Lo transparente también es lo ambiguo, lo ilógico, lo desenfrenado, las dos caras de la moneda, y ninguna a la vez…
De esta manera, lo transparente tampoco es completitud, lo transparente, al superponerse, miente… ¿Será cierto esto?
O será que lo transparente al apartarse de lo lógico, de lo pensado, de la razón, está en camino de convertirse en la cumbre del sentimiento, de lo desaprendido, del ser en sí.
Será que tú puedes ser transparente cuanto menos tengas cargado… cuantos menos prejuicios te embarren y te distraigan de lo efímero y eterno de un momento sincero, de paz… de bienestar… de verdad…
Quiero llevarte en mis ojos como la ternura que un hombre lleva en su mirada. Mirada viajera del tiempo retenido, como pupila siempre nueva, contenida, retenida, desnuda y renovada.
Transparente…

jueves, 4 de abril de 2013

De niños y más... (juguetes)

Muchos fueron creados con el único fin de entretener...
Con el paso del tiempo y de todas las generaciones por venir, ellos fueron surgiendo del imaginario colectivo; ellos fueron acompañando la historia de la humanidad, paso a paso, junto a sus creadores, resumiendo cada jornada de paz, de guerra, desentimientos afluentes unos con otros.

Estas criaturas se moldearon a imagen y semejanza de su padre; de sus ideales, de sus miedos. Sin embargo, comenzaron a amalgamarse casi junto con ellos; es decir, cuando sus padres apenas eran unos niños.

Desde el primer paso, todo el mundo alrededor, ese infinito charco que con cada una de sus imágenes restriega sobre cada uno de nosotros su proceder eterno, su inmenso y salpicado éter de sensaciones que poco a poco van calando hasta los huesos, hasta ser impredeciblemente humanos.

Los niños poseen ese don precioso de fluir sobre lo que tocan, de entrometerese en la vida misma y su ser ineludible, el devenir no es medido, sino vivido en su plenitud.

Los juguetes para ellos son como la vida misma que poseen, los juguetes son los seres, son el mundo, los juguetes son el complemento perfecto de este silencio vital que se mvuelve imperceptible para nosotros, los "no-niños".

Es desde este momento que los juguetes y los niños se toman la mano; se inicia un vínculo del que nunca podrán escapar, hasta el extremo de no saber quien procede de quién o cual de los dos es cual.

De cualquier forma, al llegar a mayores nos damos cuenta que muchos de nosotros no somos más que simples juguetes de las circunstacias; de nuestras porpias elecciones y nuestros propios fantasmas. El juguete por excelencia, el ser humano en toda su plenitud, sin importar los anales de cualquier historia contada, con mentiras o sin ellas; al final la sinceridad es como la muerte, no tiene ningún hueco por el que se pueda escapar de ella.

Y es en esa suerte de jugueteo con la vida, que nos reencontramos, nos miramos fijamente hasta ver el niño que llegó hasta este punto, hasta este reencuentro, donde el último suspiro no es más que una pequeña metáfora.